James Martin: “Homosexualidad, ese puente por construir en la iglesia católica”
Entrevista al Padre jesuita James Martin* por Chiara Basso publicada en la revista católica Jesus de julio de 2017, pp.40-45
Fue en el verano de 2016, después del tiroteo en una discoteca gay en Orlando en el cual fueron asesinadas 49 personas, cuando el padre James Martin, jesuita y editor at large (una especie de consultor del director) de la revista América, decidió que había llegado el momento de escribir el libro que acaba de salir en EEUU, Building a Bridge, o sea construir un puente entre la comunidad Lgbt y la Iglesia.
Un libro que ya ha dado lugar a mucha discusión y que, hecho significativo, cuenta con una introducción firmada por el cardenal Kevin Farrell, el cardenal estadounidense que el papa Francisco eligió en agosto de 2016 para guiar el nuevo ministerio para los laicos, la familia y la vida.
El mismo padre Martin no es un nombre cualquiera: es uno de los autores católicos más seguidos en Estados Unidos (libros como Jesus: A Pilgrimage y My Life with the Saints estuvieron entre los más vendidos) y la etiqueta de cura cercano al mundo Lgbt (estas iniciales indican las personas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero) no impidió al papa Francisco nombrarlo consultor del Secretariado vaticano para las comunicaciones.
Padre Martin, Usted asistió y trabajó durante muchos años con personas Lgbt, la mayoría de las cuales católicas. Porqué fue justo ese evento de Orlando lo que La impulsó a escribir este libro?
«Orlando fue el mayor tiroteo en la historia estadounidense. En respuesta, millones de personas en este País expresaron su apoyo a la comunidad Lgbt. Pero, una cosa me preocupó seriamente: aunque muchos líderes de la Iglesia manifestasen dolor y horror, tan sólo un puñado de los más de 250 obispos católicos usó las palabras “gay” o “Lgbt” y los cito al principio de mi libro. Ellos fueron el cardenal Blase Cupich de Chicago, el obispo Robert Lynch de St. Petersburg en Florida, el obispo David Zubik di Pittsburgh, el obispo Robert McElroy de San Diego y el obispo John Stowe de Lexington, Kentucky.
No muchos…
«Muchos más hasta se quedaron callados. El hecho de que tan sólo algunos obispos católicos hayan reconocido la comunidad Lgbt o hayan llegado a usar la palabra gay delante de semejante tragedia fue para mí un hecho revelador: era la prueba de que la comunidad Lgbt es todavía invisible en muchos ambientes de la Iglesia. Pensé que la obra del Evangelio no puede ser realizada si una parte de la Iglesia está sustancialmente separada de cualquier otra parte. Entre los dos grupos, la comunidad Lgbt y la Iglesia institucional, se ha formado una ruptura, una separación ante la cual hay que construir un puente. Luego, pocas semanas después de la tragedia de Orlando, New Ways Ministry, un grupo que apoya y promueve la presencia de personas católicas Lgbt en la Iglesia, me pidió si hubiese aceptado el premio “Bridge Building” y si hubiese hablado en la ceremonia de premiación. El nombre del premio me inspiró para trazar una idea para un “puente de dos vías” que podría ayudar a reunir la Iglesia institucional y la comunidad Lgbt.
Como funciona en específico el puente de dos vías?
«Cada buen puente lleva gente en ambos lados. Mi fin con este libro es el de exhortar la Iglesia a tratar la comunidad Lgbt con “respeto, compasión y sensibilidad” (una frase del Catecismo de la Iglesia católica) y animar la comunidad Lgbt a hacer lo mismo, reflexionando sobre estas virtudes en un diálogo con las instituciones eclesiales. Caminemos primero en la dirección que lleva la Iglesia, entendida como la jerarquía eclesial, hacia el mundo gay. Ante todo, respeto significa reconocer que la comunidad Lgbt existe. Como cualquier comunidad, también gais y lesbianas quieren ser reconocidos. Reconocerlas y reconocerlos conlleva también importantes implicaciones pastorales. Significa emprender acciones que algunas diócesis y parroquias ya actúan con éxito, como por ejemplo la celebración de Misas con grupos Lgbt, apoyar programas diocesanos y parroquiales y, en general, hacer que las personas católicas se sientan parte de la Iglesia y se sientan amadas.
Segundo punto, respeto significa llamar un grupo como desea ser llamado. Si el Papa usa la palabra “gay” sin problemas, puede hacerlo también el resto de la Iglesia, y hay que olvidar términos como “persona afligida por la atracción por personas del mismo sexo” Compasión significa escuchar y vivir a través de sus palabras, la historia y los sufrimientos de los demás, luego también de quién se identifica como gay. Sensibilidad tiene que ver con el entender lo que siente alguien, pero es imposible hacerlo desde la distancia. Hay que acercarse a quienes consideramos diferentes de nosotros, hacerse amigos».
Algunos católicos podrían sin embargo considerar este acercamiento como un tácito otorgar todo lo que una persona en la comunidad Lgbt diga o haga. Usted cómo responde a tal objeción?
«me parece una objeción injusta porqué no se levanta nunca por ningún otro grupo. Si una diócesis promueve, por ejemplo, un grupo de orientación para hombres de negocio católicos, no significa que la diócesis esté de acuerdo con cada valor de la cultura emprendedora americana de matriz capitalista. Ni tampoco significa que la Iglesia santifique todo lo que un emprendedor o emprendedora diga o haga.
Porqué no? Porque la gente entiende que la diócesis busca ayudar a una comunidad a sentirse más ligada a su propia Iglesia».
A ese propósito, en el libro Usted habla de «discriminación selectiva» por parte de algunos religiosos hacia los gais. Nos puede explicar de qué se trata y porqué eso pasa?
«Personalmente, me desanima ver la tendencia, en algunas instituciones religiosas, a despedir a hombres y mujeres homosexuales. Naturalmente las organizaciones de la Iglesia poseen la autoridad para requerir a sus empleados que sigan las enseñanzas de la Iglesia, pero el problema es que esta autoridad es aplicada en manera altamente selectiva. Casi todos los despidos en los últimos años se han concentrados sobre esos empleados que han contraído matrimonios gais. De acuerdo, semejantes uniones están en contra de la enseñanza de la Iglesia, pero las diócesis y las parroquias deben ser coherentes. Despedimos también a las personas divorciadas y quien se ha vuelto a casar sin la nulidad? Despedimos a las mujeres que tienen hijos fuera del matrimonio? Y qué decir de quien convive? También todas estas cosas están en contra de la enseñanza de la Iglesia».
Cuales son las razones de esta discriminación selectiva?
«Pienso que esto acontezca principalmente debido a dos motivaciones: por una parte se debe al miedo y a los prejuicios hacia todo lo que es diferente y que no conocemos, por la otra algunos católicos pueden ser selectivos sobre cuáles enseñanzas de la Iglesia sean importantes basándose en lo que podría o no podría pasarle a ellos, como me sugirió un joven gay.
Nadie levanta un dedo en contra de un divorciado, me dijo, porqué en el fondo sabe que un día podría divorciarse, mientras se siente cierto que no será nunca gay. Pero en realidad nadie puede llamarse realmente fuera».
Qué quiere decir?
«Que un día, hasta quien se siente muy lejos de los homosexuales, podría descubrir que el hijo o la hija, la hermana o el hermano, sienten atracción por una persona del mismo sexo. Entonces, como ya he visto varias veces, la perspectiva cambia radicalmente.
Recién, por ejemplo, una señora mayor se me acercó dándome las gracias por este libro. Me dijo: “Sabe Usted, mi nieta es transgénero. Me ayudó mucho leer lo que Usted ha escrito y espero que mi nieta no deje la Iglesia”. Tal vez esa señora hace 15 o 20 años no conocía a ninguna persona gay y pensaba que sólo fueran unos pervertidos. Ahora conoce a una de ellos y está dispuesta a abrirse porqué quiere a su nieta.
En el fondo el amor perfecto, como escribe san Juan, ahuyenta el temor. Lo que desafortunadamente acontece hoy aquí es sin embargo, usando las palabras del catecismo católico, una “señal de injusta discriminación ” algo que tenemos que evitar».
Los medios de comunicación seguramente juegan un rol importante en este sentido porque, como escribe Usted también en este libro, en los últimos años han hablado a menudo de la comunidad Lgbt y muchas veces han tomado su defensa. Usted piensa que esto pueda favorecer o entorpecer el diálogo entre Iglesia y homosexuales?
«En general, los medios de comunicación desempeñan un papel positivo porque exponen más la gente al mundo Lgbt, entonces también los que viven en pequeñas ciudades donde la gente no sale al descubierto tan fácilmente. No obstante, algunas veces parecen agrandar el porcentaje de quien es gay y los dibujan como una gran amenaza para quien no lo sea y esto podría entorpecer el diálogo. En la mayoría de los casos no obstante los medios de comunicación hacen un buen trabajo educando a la gente sobre la comunidad gay».
Nota Usted grandes diferencias entre Italia y EEUU en este aspecto?
«Justo hace unos días hablaba yo de ello con un amigo italiano. Me decía que mi libro no se comprendería en Italia, dice que tenéis todavía demasiados problemas en enfrentaros a esta temática. En particular, según su opinión los hombres italianos son muy preocupados en defender su masculinidad y una abertura hacia el mundo gay se ve como una gran amenaza. Diría que en general los católicos americanos son más abiertos hacia los gais con respecto a los católicos italianos. Más bien aquí en América, sobre todo entre los millennials (chicas y chicos nacidos a partir del año 2000), tener un amigo gay está casi considerado guay porque es señal de abertura mental. Y esto termina con la Iglesia, que sin embargo cierra la puerta a las personas homosexuales, que aleja también a los jóvenes heterosexuales que no entienden esta falta de abertura. Oigo repetir a menudo la frase “no quiero pertenecer a una Iglesia que no acepta a mi amigo Lgbt”. Este libro, de hecho, no sólo está escrito para las personas homosexuales sino también para sus familias y amigos».
Hay alguna confesión cristiana o alguna iglesia que ya haya sabido construir un puente?
«Hay varias Iglesias en EEUU donde las personas homosexuales se sienten perfectamente aceptadas. Pienso en la Iglesia episcopal, que tiene curas gais y no pone alguna barrera a quienquiera lo sea. Y es hacia estas Iglesias que terminan por ir los católicos Lgbt que no se sienten aceptados».
Volviendo a la metáfora del puente de dos direcciones, qué es lo que Usted espera por parte del mundo gay para facilitar el diálogo?
«Un regreso a las tres llaves del diálogo, que son el respeto, la compasión y la sensibilidad. En este caso el respeto significa que las personas homosexuales no deben burlarse de las instituciones religiosas o de los obispos por cómo se visten o por otras de sus prácticas. Reírse de ellos significa hacer a los demás lo que no quieren sea hecho a ellos. Compasión quiere decir tratar de entender los obispos y la complejidad de su ministerio, buscar entender cómo viven y lo que tienen que enfrentar. Sensibilidad es entender también que a veces algunos sacerdotes han tenido que tratar con el hecho de ser gay».
Es de hecho sabido que no pocos sacerdotes y seminaristas son homosexuales. Este hecho qué tipo de problemas pone a la Iglesia católica? Es posible ser gay y ser un buen sacerdote?
«Claro que sí, conozco decenas de óptimos religiosos gais que viven una vida de castidad. Algunos han sido mis guías espirituales o mis superiores. Pero quiero ser claro por no ser malentendido: quiero decir que son gais pero no sexualmente activos».
Admiten ser gais entonces?
«Bueno, sólo en privado, pero pienso que una de sus dificultades sea hablar de ello en público. Y eso por varias razones. Primero, podrían ser reservados por su naturaleza; segundo, sus superiores podrían haberles dicho de no hablar de ello en público; tercero, podrían temer la respuesta y la crítica de sus parroquianos. Todas estas cosas contribuyen a su silencio. Pienso que si al día de mañana todos los curas y los sacerdotes gais salieran al descubierto, todos estaríamos en shock. El secreto alrededor de este tema es realmente desacertado».
Piensa Usted que si salieran a la luz sería más fácil construir este puente?
«Claro que sí, sería un gran paso hacia delante porqué la gente diría “ves, eso le pasa también a curas y obispos” Ciertamente, no queremos un cura que hable todo el rato de su homosexualidad, pero hay momentos, por ejemplo cuando se dan casos de homofobia o de persecución hacia los gais, en los cuales podrían hablar de su experiencia y tal vez decir “yo también tuve problemas con mi homosexualidad cuando era más joven, pero Dios me ayudó a que me sintiera igualmente sereno y amado”.
Algo sencillo, pero que sería realmente un mensaje fuerte de ayuda para los homosexuales y para todas las personas. Desgraciadamente no creo que eso sucederá, todavía hay demasiado miedo. Y hay también demasiada confusión alrededor del significado del ser gay, porqué si un religioso admitiera ser gay entonces la gente pensaría de inmediato que esa persona mantiene relaciones sexuales con personas del mismo sexo».
Tal vez los escándalos ligados a la pederastia no hacen fácil salir al descubierto, a que no?
«Es cierto, porque la gente termina por meter en el mismo saco castidad, celibato, homosexualidad, pederastia, clericalismo, rol de las mujeres en la Iglesia… Sin embargo, si eres gay, no significa que seas pederasta. Si no hay mujeres curas, no significa que haya sexismo… Todas las cuestiones que tienen que ver con la sexualidad al interior de la Iglesia son confundidas y a menudo por personas que no saben lo que dicen».
Piensa Usted que las mujeres religiosas sean más abiertas hacia estas temáticas?
«No me resulta. Ninguna que yo conozca ha salido del armario. Sobre el ser abiertas con respecto a los fieles gais eso depende tal vez de los institutos singularmente y de las diócesis».
No se puede sin embargo ignorar el hecho que algunas páginas de la Biblia han sido leídas tradicionalmente como una condena sin términos medios de la homosexualidad. Pero es realmente así o bien estas páginas han sido malinterpretadas? En resumen, está realmente Dios en contra de las personas homosexuales o somos nosotros que lo entendimos mal, culpando a los gais?
«Es difícil responder a esta pregunta porque no soy teólogo. Quiero ser claro: este libro no pone en duda ninguna doctrina de la Iglesia. Sólo digo que tenemos que escucharnos los unos a los otros y hasta ahora no lo hemos hecho suficientemente. La Iglesia ha hablado de Lgbt pero no ha hablado con la comunidad Lgbt. Aconsejo mirar en la segunda parte del libro en la que sugiero algunos pasos de la Biblia sobre los cuales las personas homosexuales y religiosas pueden meditar para entender mejor su relación con Dios y con la Iglesia respecto a esta temática. Un recurso espiritual para cualquiera».
Cómo juzga la apertura del papa Francisco hacia las personas homosexuales?
«Es interesante ver como este Papa haya estado más abierto hacia las personas homosexuales con respecto a sus antecesores. Estoy seguro que conoce algunos, como su amigo gay Yayo Grassi, y esto cambia su comprensión de las personas homosexuales; ya no es una categoría, son personas».
Muchos partidarios de la comunidad Lgbt, sin embargo, critican el hecho que el Papa haya cambiado de actitud hacia las personas gais pero no la doctrina. Qué es más importante entonces: estar de la parte de las personas que están al margen, como enseñó también Jesús, o seguir las enseñanzas doctrinales según las cuales la homosexualidad es pecado?
«Non pienso que deba haber dicotomía entre las dos cosas porque Jesús es la doctrina y cuando dividimos las dos cosas lo hacemos todo más difícil. La doctrina en el fondo es una interpretación de lo que nos pide Cristo. Si miramos al Evangelio, vemos que todas las veces que las reglas estaban en conflicto con su amor por alguien, él eligió el amor. No habría tenido que hablar a la mujer samaritana al pozo, pero le habla; no debería haber tocado a los leprosos, no habría tenido que hablar al centurión romano…
Jesús siempre alcanzó las personas que se sentían al margen y las devolvió al centro de la comunidad. El margen es donde se sienten las personas homosexuales. Son los leprosos de hoy en día.
No hay nadie hoy en el interior de la Iglesia que se sienta más marginalizado de ellas. Hasta las mujeres, que tal vez se sienten excluidas, tienen algunos roles al interior del Vaticano, tenemos un día dedicado a las mujeres. Sin embargo, no existen jornadas Lgbt organizadas por las Iglesias».
Piensa Usted que haría falta una?
«Claro, totalmente, porqué no? Así podríamos escuchar sus experiencias, pero esto es una cosa todavía muy espantosa para la gente. Creo que si Jesús estuviera entre nosotros ahora estaría en medio de las personas homosexuales»
* El Padre James Martin, nacido en 1960 en Pennsylvania (USA), después de los estudios de Economía y seis años de trabajo en General Electric en New York y Stamford, en 1988 entró en la Compañía de Jesús y en 1999 fue ordenado presbítero. Durante la formación como Jesuita estudió Filosofía en Chicago y Teología en Cambridge. Es editor at large de America, la revista oficial de los Jesuitas en EEUU. El pasado 12 de abril el papa Francisco lo nombró consultor del Secretariado vaticano para las comunicacio
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