“En el amor no hay lugar para el temor” (1ra de Juan 4.18)
Escrito por Francisco Rodés (Cuba), Fuente Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación (ALC), 18 de mayo de 2011
Si San Pablo habló de una “lucha contra principados y potestades, contra poderes de este mundo de tinieblas” (Efesios 6.12) hoy estamos aquí en un gesto más retando a uno de los principados y potestades más poderosos de todos los tiempos, la homofobia.
1ra de Juan. 16-21
Grande, no lo dudemos, es la homofobia. Las nuevas generaciones que surgen, desde pequeños se manifiestan agresivos, haciendo objeto de burlas a sus compañeritos que tienen rasgos feminoides.
En Uganda se discute una ley de condena de muerte a los homosexuales, el mundo islam es fuertemente homofóbico. Pero el mundo cristiano no es mucho mejor. La condena al infierno eterno es esgrimida sin ninguna misericordia.
Las denominaciones conservadoras que no se levantan para condenar la injusticia y la guerra si lo hacen ante la menor señal de cambios en la legislación a favor de este sector discriminado.
La homofobia la tenemos en nuestra sangre, como el racismo en otros tiempos, y aún hoy. Un padre siente horror de saber que su hija o hijo es homosexual. Es un poder muy grande en este mundo de tinieblas.
Pablo propone la “transformación por la renovación del entendimiento´ para poder conocer la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Los prejuicios ceden ante la luz de la verdad. Y la información, la educación juegan un papel muy importante, para empezar a expulsar las tinieblas.
No dudamos que es muy importante a educación en esto. Jesús oró en la cruz, “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Y esta ignorancia que crucifica a otros, es un pecado, que necesita perdón, pero también es un desafío a la paciencia y la educación.
Para Juan, en cambio, la cuestión va a raíces profundas de la espiritualidad humana. “En el amor no hay temor”. La homofobia es temor. Es el temor que hace ver al otro/a como una potencial amenaza, nos hace sentir inseguros. Ese temor se convierte en rechazo, desprecio y agresión.
Eso sucede con todas las fobias. En algunos países la xenofobia está afectando la sociedad fuertemente.
Juan ve en el fondo una carencia de amor. El amor de Dios abre los ojos para ver por encima de los prejuicios y las barreras (Martí decía el amor es el que ve). Ciertamente, en el amor no hay temor. El que teme no está perfeccionado en el amor, así concluye Juan.
Vivimos en un mundo lleno de temor. Temor que habita en lo profundo del ser, que no reconocemos. Somos víctimas de este principado. Jesús, la fe nos ayuda a vencer los temores, a crecernos. Todos y todas necesitamos cuidarnos de esto.
Porque pudiéramos ser arrogantes los que tenemos una visión más amplia y comprensiva de este tema, y mirar con desprecio a los que todavía no les ha amanecido.
Cuidado, el amor es algo delicado y hay que velar que no nos alcance el veneno de la intolerancia y el irrespeto también a los que nos creemos libres de ellos.
Por eso hay que apostar por Pablo y por Juan, transformación y amor. Dios nos dé su mano en este largo caminar. Amén.
Texto original: ‘Chi ha paura, non è perfetto nell’amore’ (1 Gv 4:18)