La percepción social de la homosexualidad a lo largo de la historia: de la Antigua Grecia al siglo XVII
Texto extraído de Combattre l’homophobie, pour une école ouverte à la diversité (Combatir la homofobia, por una escuela abierta a la diversidad), publicado por el Gobierno de la Comunidad Francesa (Bélgica), pp. 29-30, traducido libremente del italiano al español por Madalina Muntean y Sandra Ruiz Jiménez (revisión de la traducción al español: Estefanía Flores Acuña).
El amor y la sexualidad entre personas del mismo sexo han existido probablemente desde siempre en todo el mundo. Lo único que ha cambiado en el curso de la historia son las condiciones en que se fraguan dichas relaciones y las formas que toman.
Diversas fuentes confirman que, en el curso de la historia europea, ha habido tanto hombres como mujeres que mantenían relaciones sexuales únicamente con personas de su mismo sexo.
Esto no significa que todas las culturas hayan tenido un concepto específico que identificase la “homosexualidad” (que se opondría a la “heterosexualidad”), ni que considerasen a los “homosexuales” como una categoría distinta. En algunos casos, resultaba determinante saber quién tenía el rol “activo” y quién el “pasivo” en las relaciones sexuales, aunque muchas veces dichos roles fuesen intercambiables.
En muchos países, las relaciones entre personas del mismo sexo eran consideradas un pecado o un crimen que era castigado, a veces, con la muerte. Hoy en día, la despenalización de las prácticas homosexuales, aplicada tanto en Francia como en Bélgica desde finales del siglo XVIII, se ha llevado a cabo en todos los países de Europa occidental, aunque sigue siendo puramente formal en algunos países del Este. Sin embargo, en el curso del siglo XX, la emancipación de la mujer, la expansión del movimiento LGBT1 y la liberación sexual en general, han permitido que los homosexuales, cada vez más visibles, desarrollen una identidad positiva como gais o lesbianas2.
Los períodos históricos presentados a continuación no pretenden ser exhaustivos, ya que su objetivo es informar de que la represión de las personas con orientación homosexual no ha estado siempre generalizada en Occidente (Tamagne, 2001; Eribon, 2003; Tin, 2003). A períodos de represión han seguido períodos de aceptación de la homosexualidad. Por otra parte, la propia negación de la existencia de la homosexualidad ha constituido siempre uno de los medios más eficaces para “olvidar” los derechos de las personas homosexuales. Esto es especialmente cierto en el caso de las lesbianas. Si la historia de las mujeres ha sido, a menudo, infravalorada, la de las lesbianas ha sido ignorada, e incluso deliberadamente ocultada (Bonnet, 2001).
LA ANTIGÜEDAD Y LA EDAD MEDIA EUROPEAS
La Antigua Grecia (y, en menor medida, la Roma Imperial) constituyeron durante mucho tiempo el mayor referente para los gais y las lesbianas que, como Renée Vivien (Safo, nueva traducción con el texto griego, 1903), André Gide (Corydon, 1924) o Marguerite Yourcenar (Memorias de Adriano, 1951) querían ver en ellas un modelo de tolerancia hacia las relaciones entre personas del mismo sexo. No obstante, dichas relaciones permanecieron extremadamente codificadas. De esta manera, en Grecia, se definía la “homosexualidad”, de manera restrictiva, en un contexto tanto iniciático como pedagógico que unía al erastés (hombre adulto) y al erómeno (su amado, con una edad comprendida entre 12 y 18 años).
El arte (en jarrones y estatuas) y la literatura (El banquete de Platón) ensalzaban las relaciones entre hombres como una de las formas más elevadas de amor, mejor consideradas que las relaciones heterosexuales, mientras que raramente se hace alusión a la homosexualidad femenina. No se toleraban todos los comportamientos: los “afeminados” eran objeto de burla porque manifestaban, a una edad adulta, una conducta pasiva considerada deshonrosa (Dover, 1982; Sergent, 1996; Halperin, 2000; Winkler, 2005). De la misma manera, en Roma –otra sociedad patriarcal, marcada por el valor conferido a la virilidad, la sumisión de la mujer y la esclavitud–, si la parte pasiva era un hombre adulto y libre, se convertía en objeto de un profundo desprecio (Dupont y Eloi, 2001).
La tradición cristiana, influenciada primero por san Pablo y después por san Agustín de Hipona y santo Tomás de Aquino, miraba con reprobación al “sodomita”3, considerado culpable de un “crimen contra natura”, ya que cuestiona el orden divino de la diferencia entre sexos. Sin embargo, “sodomita” y “homosexual” no eran sinónimos, ya que la acusación de sodomía podía abarcar tanto las prácticas homosexuales, como las heterosexuales y el bestialismo. Por el contrario, el lesbianismo permanecía en la sombra, salvo cuando la mujer pretendía reivindicar algún privilegio masculino, como por ejemplo, travestirse, utilizar dildos o contraer matrimonio con otra mujer.
Las persecuciones relacionadas con la represión de la homosexualidad están documentadas desde el siglo IV de la era cristiana. Las leyes aplicadas durante los reinados de Teodosio el Grande y Justiniano I fueron las primeras que condenaron las prácticas homosexuales con la hoguera.
Posteriormente, del siglo V al siglo XIII, la represión estuvo presente en Europa, aunque de forma desigual. Durante la Alta Edad Media, incluso podemos hablar de un cierto reconocimiento de la homosexualidad mediante algunos ritos autorizados por la Iglesia.
Desde el siglo IV hasta, al menos, el siglo XII, especialmente en Oriente, encontramos numerosos ejemplos de ceremonias que solemnizaban una relación afectiva estable entre personas del mismo sexo, reconocida por la comunidad y oficializada por las autoridades religiosas (Boswell, 1996).
Durante los siglos XI y XII, el amor cortés existía también entre hombres, como demuestra la literatura cristiana de la época (por ejemplo, San Anselmo de Canterbury, san Bernardo de Claraval o el obispo Marbodio de Rennes de la Escuela de Chartres, cuyos poemas, que exaltan el amor entre hombres, se difundieron por toda Europa). Además, varios papas y hombres de poder abandonaron la persecución de las prácticas homosexuales.
Durante el Renacimiento, debido a la influencia del pensamiento humanista, la corriente denominada neoplatónica, en alusión a la Antigüedad, experimentó una renovación, tanto en la literatura (Diálogo sobre el amor de Plutarco, la sensibilidad “homosexual” en la obra de Montaigne, Marlowe o Shakespeare), como en el arte (temas de san Sebastián o Ganimedes, la inspiración homoerótica de Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Caravaggio, etc.). Se observa, por tanto, una disparidad creciente entre el discurso oficial –muy condenatorio– y la complejidad de las prácticas y las maneras de pensar.
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1 Movimiento lésbico, gay, bisexual y transexual.
2 En la actualidad existen distintas identificaciones posibles en función de la sexualidad, que no siempre corresponden a un término o a una “etiqueta” genérica como lesbiana, gay, bisexual o transexual. Desde los años 90, el término queer (que en su origen era despectivo y que significa “extraño”, “raro”, pero también “maricón”) ha sido empleado por todos aquellos que pretenden resistirse a las normas de sexo y de género y no se reconocen en las identidades “gay” o “lésbica”, al considerar que conllevan nuevas exclusiones (ligadas a la edad, el físico, la raza, etc.).
3 En alusión al episodio de Sodoma y Gomorra relatado en el Génesis (19: 1-23).
BIBLIOGRAFÍA:
Bonnet, M. (2001). Les relations amoureuses entre les femmes du XVIe au XXe siècle. París: Odile Jacob.
Boswell, J. (1996). Les unions du même sexe dans l’Europe antique et médiévale. París: Fayard.
Dover, K. J. (1982). Homosexualité grecque. Grenoble: La Pensée sauvage.
Dupont, F. y Eloi, T. (2001). L’Érotisme masculin dans la Rome Antique. París: Belin.
Eribon, D. (dir.) (2003). Dictionnaire des cultures Gays et Lesbiennes. París: Larousse.
Halperin, D. (2000). Cent ans d’homosexualité et autres essais sur l’amour grec. París: EPEL.
Sergent, B. (1996). Homosexualité et initiation chez les peuples indo-européens. París: Payot.
Tamagne, F. (2001). Mauvais genre ? Une histoire des représentations de l’homosexualité. París: EDLM.
Tin, L.G. (dir.) (2003). Dictionnaire de l’homophobie. París: P.U.F. Winkler, J. (2005). Désir et contraintes en Grèce ancienne. París: EPEL.
Texto italiano: La percezione sociale dell’omosessualità nella storia, dall’antica Grecia al XVII secolo
Texto original francés: (PDF): Combattre l’homophobie, pour une école ouverte à la diversité