Ni gais ni extranjeros, tan solo personas. Unidos contra toda forma de discriminación
Reflexiones de Rosa Salamone del grupo Varco-Refo de Milán (Italia)
He decidido haceros partícipes de este tema porque siento la urgencia y la necesidad de discutir sobre un asunto que, a mi parecer, puede convertirse en una plataforma común en nuestro camino como gais y lesbianas creyentes, ya se trate de protestantes, católicos o de cualquier otra religión.
En el año 2000 me enamoré de la que era mi compañera por aquella época. Una venezolana que se llamaba Yuly y que en el momento de la separación de mi marido decidió permanecer a mi lado, dejando sus estudios universitarios, su país y su familia.
Cuidamos la una de la otra, como lo hicieron Ruth y Noemí. Obviamente, desde el momento en el que caducó su permiso turístico, se convirtió en una inmigrante ilegal.
Hoy en día, Yuly y yo ya no estamos juntas, pero ahora es una mujer joven a la que le ha ido muy bien y ha sacado a flote una pequeña empresa en Venezuela que da trabajo a toda la familia.
En la actualidad, un hecho tan simple como este no sería posible en Italia. Desde el momento en el que la inmigración ilegal asciende a la categoría de delito, quienquiera que proteja a un inmigrante ilegal puede ser condenado o sancionado.
Esto en lo que se refiere estrictamente a nuestra vida como homosexuales. El gobierno mantiene que Europa no interviene en el tema de la inmigración, sin embargo Europa también está ausente en Italia en otros asuntos.
Ya que si por ser homosexual no puedo formar una pareja de hecho con mi compañero/a de origen extranjero para evitar que sea considerado inmigrante ilegal, es inútil que después se haga referencia a Europa solo cuando interesa.
Opino que hasta que no se viven determinadas situaciones no se comprenden. Por ejemplo, no se entiende que siempre sean los más vulnerables los primeros en padecer las consecuencias de los ensañamientos y sanciones más duras, es decir, las mujeres y los niños.
Quién sabe si alguno de los muchos hombres que han creado esta ley alguna vez se ha visto ante el problema de la píldora. Muchas extranjeras que en su país toman normalmente la píldora, en Italia no pueden hacerlo porque se necesita una revisión y un certificado médico. ¿Cómo lo resuelve entonces una inmigrante ilegal?
El resultado suele ser un embarazo no deseado y un aborto ilegal. En 2004, Cinzia ─ médico que muchos de vosotros habéis conocido ─ y yo tuvimos que asistir a Paulina, la chica que trabajaba en nuestra casa, que sufrió un aborto espontáneo. La llevamos al hospital donde trabaja Cinzia y en el que recibió todos los cuidados necesarios.
Hoy en día, este gesto de caridad humana en Italia no sería posible y el motivo es conocido por todos. Un médico está obligado a denunciar a un inmigrante ilegal y, si no lo hace, se convierte en cómplice de un delito.
Finalizo con la historia de Denise, chilena de 24 años, que huyó de su país porque era lesbiana y su padre la acosaba, por lo que tuvo que poner tierra de por medio entre ella y su familia.
La hospedé y acogí en mi casa durante algunos días. Para mí era una alegría tremenda ver a Denise vivir de forma feliz su homosexualidad, al igual que lo hacen muchos jóvenes de su edad. Si ahora tuviese que hospedar a otra chica como ella, y no quiero ser repetitiva, me metería en un buen lío.
Si como homosexuales, marginados, denigrados, insultados y despreciados diariamente no nos atrevemos a algo tan sencillo como ayudar a quienes, al igual que nosotros, son ofendidos y ultrajados, entonces no hemos aprendido nada, absolutamente nada, ni del cristianismo, ni de visión política, ni de lo que significa actuar de forma unida.
Siempre he mantenido, y vosotros lo sabéis bien, lo importante que es permanecer unidos para conseguir nuestros propósitos. Nunca me cansaré de repetir que solo podremos alcanzar nuestro objetivo común como gais y lesbianas libres si todos nos mantenemos unidos: católicos, valdenses, veterocatólicos, budistas y similares.
Al igual que no me cansaré de deciros que no podemos conformarnos con la exclusiva reivindicación de nuestros derechos. La gente no entiende ni siquiera lo que es un gay creyente. Los homosexuales se estremecen delante de una lesbiana católica o baptista, preguntándose ¿pero cómo es posible?
Pues bien, es posible porque sentimos en el corazón el mensaje divino del amor. Y este mensaje no nos atañe solo a los homosexuales, sino a todos los que están “fuera del rebaño”.
Por ello, ¿lo queremos convertir o no en este sentido en un gesto significativo por parte de todas las asociaciones o grupos de creyentes homosexuales? Y me gustaría preguntaros: ¿cómo de difícil es el camino de un homosexual que lucha al lado de un inmigrante ilegal?
Todas las iglesias que nos atacan duramente, ¿no sentirían vergüenza ante nuestra práctica cristiana?
Texto original: Ne gay, ne stranieri, solamente persone. Insieme contro tutte le discriminazioni