Prefacio. Vivir como creyentes la homosexualidad de los hijos
Padre Gian Luca Carrega*, presentación publicada en el libro Padres afortunados. Vivir como creyentes la homosexualidad de los hijos, Asociación “La Tenda di Gionata” (Italia), 2019, traducido por Vincenzo Guardino, revisión de Margarita Benedicto (Crismhom cristianas y cristianos de Madrid Lgtbi+H, Espana), páginas 1-2
Hay mucho de profético en este librito. Y como literatura profética tendría que ser leído, en la que los signos remiten a realidades más grandes. No hay gran diferencia entre Jeremías que recorre Jerusalén llevando encima el yugo de un arado y la pareja de padres que baila en el Orgullo: son “matanne” (excentricidades) que remiten a asuntos serios, son testimonios acalorados de quien no se limita a transmitir un mensaje, sino que lo encarna con su misma vida. Y la vida fluye copiosa en las palabras de estos padres que no han renunciado a su papel en los momentos complejos de su itinerario familiar.
Alguien dirá que su postura no es objetiva, porque abrazan de manera incondicional el camino de sus hijos. ¡Y es verdad! ¿Qué diferencia hay entonces entre ellos y los padres-matones que van a la escuela a romper la nariz al profesor que le ha puesto la nota al niño?
Aquí no hay ninguna reivindicación de la prioridad del clan familiar con respecto a la sociedad, no hay rastro de ese autoritarismo patriarcal que nunca se pone en discusión y que refuta las reglas cuando le limitan el poder. La de los padres de hijos LGTB (lesbiana, gay, bisexual y trans) es una apremiante solicitud de escucha a la sociedad civil y a la Iglesia para que se den cuenta de su existencia y no les traten como a extraños.
Es una petición de diálogo, no la imposición de una manera de pensar. Hay una gran diferencia entre llamar aparte y echar fuera. La denuncia del aislamiento eclesial en el momento de la prueba nos hace estremecer e interrogarnos profundamente sobre el sentido de nuestro ser iglesia.
Tendríamos que ser nosotros, los pastores, los que fuéramos a buscar a la “oveja perdida”, a quien tiene más dificultades y a quien se siente discriminado y en su lugar somos capaces de alejar del rebaño a quien está dentro del redil. En estas amables palabras hay una queja ante la negligencia y digámoslo el oportunismo de una pastoral que no quiere sentirse incómoda en un terreno que provoca resistencias por parte de minorías ruidosas y a menudo agresivas.
La obstinación de los padres está cambiando lentamente las cosas. Varios párrocos, catequistas, agentes de pastoral que tendrían dificultades en tratar personalmente con personas homosexuales, se están interrogando sobre la cuestión, al encontrarse con sus padres heterosexuales. Y sus perspectivas pueden cambiar sensiblemente, gracias al paciente trabajo del compartir. Por eso, ponerse de parte de sus hijos, no es solamente un acto político, sino un acto eclesial, el cual la Iglesia debería reconocer.
Las grietas en las paredes de la marginación empiezan a ser muchas y aunque en nuestra sociedad haya una alegre propensión a edificar barreras para defenderse de todo y de todos, no podemos hacernos la ilusión de vivir aislados de la realidad que existe a nuestro alrededor. También los muros de Jericó cayeron y bastó la fe de un toque de trompeta.
Padre Gian Luca Carrega[1]
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[1] Padre Gian Luca Carrega es director de la oficina de la pastoral de la cultura de la diócesis de Turín (Italia) y con el encargo recibido de su arzobispo, se encarga también de las actividades pastorales para las personas LGTB y sus familias.
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