“El que dice que esta’ en la luz, y aborrece a su hermano, esta’ todavia en tinieblas” (1 Jn 2,9)
Reflexiones de Gianni Geraci del Guado, un grupo de cristianos gays de Milán (Italia), traducido por Bernardo Viteritti
Hace unas semanas una persona que ha firmado como “un cristiano que ama la verdad”, escribió, entre otras cosas, una frase que me ha llamado mucho la atención.
Porque para los homosexuales como usted – dijo esta frase – no puede haber lugar en el cielo, porque vuestra presencia molestaría a muchos cristianos a quien dan asco las porquerias que haceis entre vosotros “.
No me impresionó tanto la definición y un resumen aproximado de las personas homosexuales que se convierten en “porquerias” entre ellos, en realidad me quedé bastante impresionado por la idea de un paraíso que se convierte en un infierno si se genera dentro de nosotros un odio mayor que el amor de Dios que alli tendria que llenar nuestras vidas.
Al responder, le he agradecido a mi interlocutor por haberme ayudado finalmente a entender las cuatro palabras claves que la escatología cristiana sugiere para el destino del hombre y que se conocen comúnmente como “las últimas cosas” y, en particular, el verdadero significado que, a la luz de la revelación tienen el Infierno y el Paraíso.
En realidad para mi era difícil conciliar la idea de un Dios misericordioso que nos perdona, aun cuando nosotros no nos perdonamos con la idea de un Dios justo que consuela a los afligidos, quita de los tronos a los poderosos y exalta a los humildes, a los hambrientos colmo’ de bienes , y a los ricos envio’ vacíos (Lc 1, 52-53).
Las frases duras de mi interlocutor me han ayudado a entender y a explicarme en que manera, el día del juicio, la misericordia y la justicia nos acompanaran hacia nuestro destino final.
Según algunos teólogos, en realidad, todos iremos al cielo, porque Dios quiere salvar a todos, y debido a que es omnipotente, lo hara’ .
Para algunos, esta salvación de todos sera’ una fuente de inmensa alegría y les ayudará a amar y contemplar el rostro de un Dios misericordioso que perdona más allá de todo límite.
Para otros se necesitará tiempo para saborear la alegría profunda de cumplir con este fin, sin arruinarla con recriminaciones por el hecho de que, en el cielo, vamos a encontrar, incluso aquellos que despreciamos y que nos molestan.
Yo diría que en esta ocasión no es otra cosa que el purgatorio al que se refiere la tradición católica.
Por último, nunca lograran regocijarse en la inmensa bondad de Dios, que sobrepasa todos nuestros errores: estos corren el riesgo de permanecer en el infierno para siempre, porque el gozo de la presencia de Dios sera’ ocultado por las tinieblas del odio y el desprecio por el hermano que está en la presencia de Dios junto a ellos.
Estas reflexiones me han venido a la mente cuando me han pedido de comentar el versículo de la Biblia que este año hemos elegido para nuestras vigilias de oración por las víctimas de la homofobia.
El odiar a nuestro hermano, de hecho, nos arrastra lejos de la luz y hacia las tinieblas (2,9 1G2)
El odiar a nuestro hermano nos aleja de Dios que es luz en la que no existen las tinieblas (1 Jn 1,5).
El odiar a nuestro hermano nos hace mentir, porque aunque si decimos que estamos en comunión con Dios y odiamos a nuestro hermano la verdad no está en nosotros (1 Jn 1,6).
El odiar a nuestro hermano nos hace caminar en las tinieblas, porque las tinieblas han enceguecido nuestros ojos (1 Jn 2,11).
Es el odiar a nuestro hermano que nos lleva al infierno porque nos ciega y nos hace incapaces de disfrutar de la visión de su rostro que Dios quiere dar a todos y a cada hombre.
El versículo que hemos elegido este año, entonces debería presionar para hacer un salto de calidad y para ampliar nuestros horizontes. Nuestra oración por las víctimas de la homofobia no debe referirse solo a toda la gente que es ridiculizada, insultada, amenazada, golpeada, herida, que es asesinada por causa de su homosexualidad.
Nuestra oración debe también recordar a muchas personas que están enceguecidas por el odio hacia los homosexuales y se vuelven incapaces de ver la luz que es Dios.
Tal vez en esta vida puedan vivir su condición sin problemas, y quizas con el orgullo de quien está siempre seguro de tener razón, pero en la vida del mundo futuro, cuando vedran que con ellos en el cielo, estaran millones de homosexuales, corren el riesgo de quedarse enceguecidos por el odio que alimentan y de llegar a ser incapaces de ver el rostro de Dios y su bondad.
Texto original: “Chi dice di essere nella luce e odia suo fratello, è ancora nelle tenebre” (1Gv 2,9)