“¡Vengan y vean!“, el peregrinaje hacia Asís (Italia) de los cristianos LGBT y sus amigos
Testimonio de Jorge sobre “¡Vengan y vean!“, el peregrinaje hacia Asís de los cristianos LGBT y sus amigos (7 – 21 de Julio del 2019)
El peregrinaje “¡Vengan y vean!“, organizado de parte de personas cristianas con orientación homosexual, proyectado para otras personas LGBT, sus familiares y amigos, se desarrolló como una ocasión para ponernos preguntas importantes a nivel espiritual involucrando nuestra propia dimensión afectiva y sexual en el camino como personas.
Durante el camino se escogió tener encuentros y estadías en comunidades religiosas, algunas de estas no esperaban a un grupo de cristianos LGBT y, no obstante la sorpresa, lo acogieron con calidez y propiciaron un encuentro de reflexión y oración en grupo dentro de sus estructuras, haciendo experiencia de escucha y acogida recíproca.
Mientras el grupo de caminantes visitaba cada pueblo del itinerario, compartía fotos, meditaciones bíblicas y reflexiones para la oración a través de la aplicación Telegram, que descargué con algo de recelo por temor a llenarme de más información, y en lugar de ello me encontré con imágenes inspiradoras, lecturas y testimonios que me inspiraron a encontrar al grupo en su parada conclusiva: Asís (Italia); en donde se finalizaría el peregrinaje con una serie de actividades del mismo tipo en lugares sacros habitados por los monjes de la orden franciscana.
De este fin de semana intenso quiero compartir algunos pensamientos y sensaciones que se han venido entrelazando para dar sentido a lo que ha sido mi experiencia estos meses dentro del grupo (Kairos, Cristianos LGBT y sus padres de Florencia, Italia) .
Hay tantas formas de caminar en la vida. Se escogen continuamente distintos caminos, que en ocasiones nos sorprenden transitándolos solitariamente y en otras con buena compañía. Desde que llegué a Italia, hace poco menos de un año, comencé un nuevo camino que me sacó casi que por completo de las zonas cómodas en que me había movido los últimos años.
Me exigió poner en duda mis creencias y abrirme a una búsqueda de sentido más profunda y sincera; descubrí como nunca antes que ser homosexual atravesaba mi identidad, mi forma de caminar e incluso le daba sentido a mi camino. Lo descubrí al mismo tiempo en que comencé a entrar en una relación con Dios más personal y cercana, sintiendo de su parte un amor de madre, de padre, de amigo… aunque a todos ellos los tuviese lejos en Colombia.
En este peregrinaje descubrí una cara más de lo que significa caminar acompañado y elegir la compañía justa. De esto también está hecho el camino, de elegir. Caminar junto a personas que deciden vivir su homosexualidad con coraje, enfrentando miedos, y que eligen vivir su profundidad espiritual dentro del cristianismo, me despierta asombro continuo sobre la riqueza que apenas puedo vislumbrar de este camino, y también alegría de sentirme acogido por amigos que me comparten su vida, amigos que admiro porque buscan sabiduría y se entregan al amor misterioso de Dios para encontrarla, en cada encuentro, en cada relación, en el vivir concreto de encontrarse a sí mismos.
Creo que caminamos para continuar haciéndonos preguntas siempre, para sorprendernos, y lo hacemos juntos porque viviendo nuestras relaciones descubrimos la profundidad de esos misterios, el misterio de la solidaridad, de la diversidad y su riqueza, de sentirte en casa aunque tu familia esté en un país lejano, el bello misterio de elegir ser sí mismo aunque tu autenticidad sea vista como una cosa errónea o antinatural.
Experimenté y me pregunté por el misterio del amar mientras un ocaso naranja y rosa se despedía luminoso tras las montañas de Asís, de nosotros que caminábamos en subida, cantando en grupo canciones sobre el amor de Dios por cada cual, con la voz trémula por la fatiga del camino, y con faroles en las manos que iluminaban una cruz de tantos colores diversos, una cruz que cada uno ha tenido que llevar solo y que en este peregrinaje la cargamos juntos, como un signo de amor y de esperanza en este tejido de relaciones que estamos construyendo como cristianos LGBTI, con el esfuerzo y el compromiso que implica aceptar al otro tal como es, darnos tal como somos, y en fin, asumir y atesorar el misterio del diseño que Dios hace de nuestro camino, renovándonos en la fe y en nuestra vivencia de la homosexualidad.
Así que caminando me convencí que vale la pena hacer camino junto a otros, de forma consiente y con los brazos cada vez más largos para abrazar nuestras vidas.
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